La Teoría del Consumidor explica la forma en que los consumidores toman sus decisiones a partir de la valoración de los bienes o recursos y cómo estas generan la curva de demanda de mercado.
La Valoración
El primer paso en la Teoría del Consumidor consiste en entender por qué algunos bienes o recursos son más valiosos que otros. Para hacerlo, la Teoría parte de que la satisfacción ocasionada por el consumo depende de la cantidad de bienes que se haya consumido en un periodo de tiempo.
Para entender esto, imaginemos que, durante una comida, una persona consume 1 rebanada de su pizza favorita. Sin duda, esta primera unidad de pizza le dará un gran nivel de utilidad. Ahora, imaginemos que al terminar la primera, consume una segunda rebanada de pizza. Probablemente no sentirá el alivio que le dio la primera pero, sin duda, su nivel de utilidad total se elevará más porque la segunda unidad le produce alguna satisfacción adicional. Quizá con el consumo de una tercera o cuarta unidad de pizza, ocurra algo similar y su utilidad total continuará elevándose. Pero, ¿qué ocurre si se consume una quinta, séptima o décima rebanada? La mayoría sabemos que, si se consume demasiado, en vez de sentir mayor satisfacción, uno termina enfermando.
El razonamiento anterior conduce al concepto económico de utilidad marginal. La utilidad marginal es la satisfacción adicional que se obtiene cuando se consume una unidad o unidades extra.
En el ejemplo anterior podemos imaginar que la primera rebanada provoca una gran satisfacción pero que esta satisfacción aumenta cuando comemos tres rebanadas. Este aumento o cambio en la satisfacción es la utilidad marginal y es positiva porque un aumento en el consumo, aumenta la felicidad total.
Siguiendo con el ejemplo, supongamos que la persona ha ingerido cinco rebanadas y aún así prueba cinco rebanadas más. En este caso, la satisfacción disminuirá si las cinco rebanadas adicionales le producen malestar. Esta disminución o cambio en la satisfacción es la utilidad marginal y es negativa porque el aumento en el consumo disminuye la felicidad total.
Si se aplica este procedimiento con cualquier cambio en el consumo e, incluso, utilizando cualquier otro bien o recurso encontraremos que la utilidad marginal siempre disminuye (va de positiva a negativa) porque la satisfacción adicional de algo se reduce a medida que una persona consume más y más de un bien. Esta afirmación se conoce como ley de la utilidad marginal decreciente.
La existencia de la ley de la utilidad marginal decreciente conduce a una importante conclusión para la felicidad: la utilidad que un individuo puede obtener al consumir un recurso está limitada a un nivel máximo y un consumo óptimo, más allá del cual, cualquier consumo adicional genera insatisfacción.
A la relación entre el consumo y la satisfacción con una tasa de cambio decreciente se le conoce como función de utilidad total.
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La Elección
Una vez explicada la valoración de un bien, el segundo paso en la Teoría del Consumidor consiste en examinar que elementos toma en cuenta el consumidor para decidir qué y cuánto elegir de cada satisfactor.
La Teoría precisa que, cuando un consumidor debe elegir entre múltiples bienes, comprará más de aquellos en los que cree que el beneficio que recibe es mayor al precio que está pagando, hasta que elimine esa sensación y agote sus ingresos. Esto se conoce como Principio Equimarginal.
Para ilustrar esta conclusión, en la Teoría del Consumidor se utilizan dos artificios: las curvas de indiferencia y la restricción presupuestal.
Curvas de indiferencia
Una curva de indiferencia es el conjunto de todas las combinaciones de bienes (o canastas de consumo) que generan la misma satisfacción a una persona.
Por ejemplo, imaginemos a una persona que le gusta la pizza y el refresco en lata. Ahora supongamos que a esta persona tiene la oportunidad de elegir alguna de las siguientes combinaciones o canastas:
Canasta A= 1 rebanada de pizza y 2 latas de refresco
Canasta B= 2 rebanadas de pizza y 1 lata de refresco
Si a la persona le da lo mismo elegir A o B, entonces se dice que esta persona es igualmente feliz con A o B. En este caso, las opciones A y B son indiferentes. Por lo tanto, se puede concluir que las canastas de consumo A y B están en la misma curva de indiferencia porque las dos generan la misma utilidad. Nótese que, para hacer estas canastas de consumo indiferentes, una canasta tiene más de un bien que la otra.
Cuando este ejercicio se repite identificando más canastas de consumo con la misma utilidad, es posible dibujar a la curva de indiferencia en un plano cartesiano. Para hacerlo, se considera que los ejes miden las cantidades que se consumen de cada bien y que la distancia desde el origen hasta la curva indica el nivel de utilidad: entre más lejos del origen, mayor felicidad.
Lo anterior implica que pueden construirse distintas curvas de indiferencia, algunas más cercanas al origen y otras alejadas de él. Para imaginar otra curva de indiferencia, considere las siguientes canastas:
Canasta C= 2 rebanadas de pizza y 4 latas de refresco
Canasta D= 4 rebanadas de pizza y 2 latas de refresco
Si a la persona de nuestro ejemplo es indiferente respecto a estas canastas y además, le causa mayor satisfacción consumir estas canastas que cualquiera de las canastas anteriores A o B, entonces se dice que la persona prefiere C o D en lugar de A o B. Esta afirmación significa que las canastas C y D se encuentran en una curva de indiferencia diferente y superior a la curva de indiferencia en la que se encuentran A y B.
En este caso, si dibujamos otra curva de diferencia para incluir las canastas C y D además de la curva que ya teníamos, formaremos un mapa de curvas de indiferencia. Al hacerlo debemos tener cuidado en no cruzar los trazos entre sí pues cada curva representa un nivel de utilidad distinto.
El análisis anterior se puede problematizar pensando en tantos bienes y canastas como se requiera, por ejemplo incluyendo pizza, refrescos en lata, pastel, papas, dulces, etc. Sin embargo, normalmente esto no se realiza porque se obtienen las mismas conclusiones independientemente de cuántos bienes se consideren además de que resulta más sencillo trabajar considerando solo dos.
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Restricción presupuestal
La restricción presupuestal es el monto de recursos financieros que gasta una persona para consumir la canasta de bienes que le resulte más atractiva y que agote sus ingresos. Es decir, la restricción presupuestal muestra el límite a las cantidades de bienes que se pueden comprar.
La restricción presupuestal se obtiene igualando el gasto de consumo a los ingresos. Para calcular el gasto de consumo basta con sumar todas las multiplicaciones de cada cantidad adquirida por su precio de compra. Es importante destacar que el gasto de consumo necesariamente debe ser igual o inferior a los recursos o ingresos que posee la persona.
A fin de entender mejor el concepto de restricción presupuestal, retomamos el ejemplo anterior con dos bienes: pizza y refresco. Sin embargo, para hacer los cálculos necesitamos conocer los ingresos de la persona y los precios de los bienes. Por ello, supondremos lo siguiente:
Ingresos de la persona = 60 pesos
Precio de una rebanada de pizza = Pp = 30 pesos
Precio de un refresco en lata = Pr = 15 pesos
La restricción presupuestal se forma con todas las canastas de consumo que agotan los ingresos. Algunas de ellas son las siguientes:
Dos rebanadas de pizza y ningún refresco.
Una rebanada de pizza y dos refrescos.
Media rebanada de pizza y tres refrescos.
Ninguna rebanada de pizza y cuatro refrescos.
Note que cualquiera de las canastas mencionadas implica un gasto de 60 pesos (monto que es igual a los ingresos). Además, observe que la segunda opción es la misma que la canasta A en el ejemplo anterior.
La restricción presupuestal también puede dibujarse en un plano cartesiano considerando en los ejes las cantidades que se consumen de cada bien. Esto significa que la restricción presupuestaria y las curvas de indiferencia pueden dibujarse juntas.
En el caso de dos bienes, la restricción presupuestal aparece como una línea recta con pendiente negativa e interceptos iguales a las cantidades que pueden adquirirse gastando todo el ingreso en un solo bien.
Al igual que con las curvas de indiferencia, el cálculo de la restricción presupuestal puede extenderse a tantos bienes como se requiera. Sin embargo, por sencillez, suele tratarse con sólo dos bienes ya que las conclusiones de la Teoría no cambian cuando se consideran más.
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Qué y cuánto elegir: el óptimo del consumidor
Para determinar que canasta de consumo debe elegir el consumidor se sigue una regla simple: obtener la mayor utilidad posible utilizando todos los recursos que se dispongan.
Utilizando los datos anteriores, observemos los gastos para las canastas mencionadas:
Gasto de la canasta A: 60 pesos
Gasto de la canasta B: 75 pesos
Gasto de la canasta C: 120 pesos
Gasto de la canasta D: 150 pesos
Como se indicó, el consumidor prefiere las canastas C y D a cualquiera de las otras dos. Sin embargo, note que adquirir estas canastas no le es posible ya que superan sus ingresos de 60 pesos.
Por otra parte, observe que el consumidor es indiferente entre las canastas A y B pero que el gasto en la canasta B también excede sus ingresos.
Juntando toda esta información, se puede concluir que el consumidor elegirá la canasta A, la cual, aunque agota todos sus ingresos, también permite obtener la máxima satisfacción posible dados los ingresos de 60 pesos.
La misma conclusión puede obtenerse gráficamente en forma más sencilla. Para hallarla basta con juntar el mapa de curvas de indiferencia con la restricción presupuestal. El óptimo del consumidor se encuentra en la tangencia entre ambos trazos. En este punto las cantidades que se consumen de cada bien conceden la misma satisfacción por peso pagado, que es lo que se quería explicar desde el inicio.
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